21 diciembre 2017

Mauro no conoce límites

El nadador del Darlim Chapela sale en el calendario "Gallegos y Campeones" - Hijo del céltico Quico Veiga, es actor y sacó el número 1 en unas oposiciones para personas con discapacidad intelectual
21.12.2017 | 04:55


Mauro Rodríguez Baliña es el perfecto representante de eso que empieza a conocerse como "síndrome de up", por oposición al Síndrome de Down. El lucense no ha permitido que esa alteración genética frustre sus ilusiones. Es actor, trabaja en la Tesorería de la Seguridad Social como ordenanza y sus registros como nadador del Darlim Chapela le han reservado un sitio en el calendario "Gallegos y Campeones" de 2018. Quico Veiga, jugador del Celta en los sesenta y hoy su entrenador en la piscina, no puede ocultar su orgullo: "Es el mejor deportista que he conocido".

Mauro Rodríguez Baliña es una celebridad en Lugo, al punto que a Enrique Rodríguez Veiga lo suelen parar por la calle para felicitarlo por las hazañas de su hijo. Nadador, actor, funcionario y bailarín, Mauro es el primer deportista con discapacidad intelectual que protagoniza el calendario "Gallegos y Campeones" que promueven Xunta y Coca Cola. Así que a su currículo añade el de modelo, replicado en las 10.000 unidades que se repartirán por todo el país. Y Enrique, que en los sesenta disputó un puñado de partidos con el primer equipo del Celta, Quico Veiga para el siglo, asume con orgullo: "Ahora me conocen como el padre de Mauro". También Enrique Carro, presidente del Darlim Chapela, al que Mauro pertenece, infla el pecho: "Mauro es un chico fuera de la normal y nos enorgullecemos de él".

Cuarto hijo de Quico y Loli Baliña, tras Marcos, Marta y Mónica, Mauro nació hace 27 años igual en el cariño de sus progenitores, destinado a otro nombre que comenzase con M, pero a la vez diferente, con Síndrome de Down. Pronto su padre lo encaminó hacia el deporte como territorio en el que expresarse. Aunque no sería el fútbol. "Es mi pasión, mi vida. Quién me diese tener otra vez 20 años", suspira Quico. "Pero a Mauro no le gusta nada. Dice que es del Real Madrid porque se encariñó con Raúl. Pero no ve ningún partido". Y el joven lo confirma: "El fútbol no es lo mío".
Quico, nacido en Vigo en 1945, formó parte de una brillante generación juvenil del Celta a comienzos de los sesenta, donde llegó a coincidir con Quique Costas. Fue fijo en las convocatorias de la selección gallega. Y llegó al primer equipo. Disputó cuatro partidos en la temporada 63-64 y otros tantos en la siguiente. "Tenía problemas de isquios. Me lesionaba, el entrenador volvía a ponerme cuando me recuperaba y recaía", recuerda. El servicio militar le supuso además dos años de parón en su carrera y al regresar, en la temporada 67-68, sumó otros ocho partidos antes de partir hacia otros destinos futbolísticos: Cádiz, Jaén, Palencia... Monforte fue su estación de regreso. Se puso a trabajar en Caixa Galicia. El vicio del fútbol lo fue calmando como entrenador de Regional hasta que decidió jubilarse. Ninguno de sus hijos le ha seguido los pasos. Marcos se ha dedicado al triatlón; Marta y Mónica, a la gimnasia rítmica. Todos con aprovechamiento. Pero es Mauro la figura de la familia.
Primero se volcó en el baloncesto. Lo dejó porque se le luxaban las rodillas. A la piscina se acomodó mejor y enseguida empezó a destacar. Solía dominar con gran ventaja las pruebas de Special Olympics. En una de estas citas los Rodríguez coincidieron con Enrique Carro. Su Darlim Chapela es el club gallego más destacado en la natación de alto nivel para discapacitados intelectuales. Desde ese día Mauro milita en la entidad chapeleira, con la que acumula éxitos. "Suele ganar un promedio de cinco medallas en cada Campeonato de España. Siempre está entre los tres mejores", detalla Carro, que recuerda además que en el Mundial de México de hace dos años "fue quinto en 400 libres, cuarto en 100 mariposa y sexto en 200 estilos". En 200 mariposa, su gran especialidad ("una prueba muy dura y técnica", recuerda Quico Veiga), lo descalificaron por no tocar bien en la llegada. Su padre advierte, no obstante, que "con los años se ha ido adaptando mejor a las distancias largas. Se le dan muy bien los 800 libres, pero no suele haber suficientes competidores para que haya prueba".
Carro gestiona a distancia el plan de adiestramiento de Mauro, pero es Quico el que ejerce como entrenador. "Por él me he reciclado", confiesa. "Vamos todos los días al Club Fluvial. Es el mejor deportista que conozco. Entrené a muchos futbolistas. Y el trabajo no les caía bien. De Mauro todavía estoy esperando que me diga alguna vez que se siente cansado".
Su resistencia ha soportado un test tan exigente como la travesía entre Cíes y O Vao en 2012. Cubrió los diez kilómetros en cuatro horas y media. Cuando alcanzó la playa, en el tercer grupo de nadadores, las bocinas de los barcos comenzaron a tronar y los espectadores se deshicieron en aplausos.
- Mira, Quico, he hecho llorar a dos japoneses-, comentó Mauro, que llama a su padre por el hipocorístico, observando a dos espectadores orientales que había en la playa.
Pero tampoco la natación le agota las energías. Mauro es actor en el grupo teatral que la Fundación Anade tiene en Lugo. Con su troupe recorre los escenarios de Galicia, Asturias y Portugal. También representa pequeñas piezas de café teatro. Cuentan de él que destaca por su expresividad.
- Me has emocionado-, le dijo un día un actor semiprofesional que fue a verlo.
Le acompaña la retentiva. En una obra en la que desempeñaba un papel secundario, Mauro insistió en aprenderse también el papel principal, pese a su larga extensión.
- ¿Por qué?
- Por si Ángel se pone enfermo.
Y el compañero faltó efectivamente a una función.
No es la única ocasión en que ha exhibido su memoria. En 2012 se convocaron en la Administración Pública las primeras oposiciones específicas para pesonas con discapacidad intelectual. Hasta entonces debían competir con discapacitados físicos, en clara desventaja. Susana, una nadadora del Galaico vigués, informó a Quico, que anotó a Mauro. Su hijo ya había trabajado en la biblioteca municipal o haciendo prácticas de empresa. Se preparó a conciencia durante meses y viajó al examen en Madrid.
- ¿Qué tal?-, le interrogó su padre al salir.
- Bien.
- ¿Cuántas preguntas eran?
- Veinticinco.
- ¿Y cuántas acertaste?
- Todas.
- Qué fantasma eres-, bromeó Quico.
Mauro se enfadó, ya se ve que con razón. Logró el número uno de la promoción, lo que le permitió escoger la única plaza que había en Lugo. Desde entonces trabaja como ordenanza en la Tesorería de la Seguridad Social, con una agenda que incluso a él empezaba a complicársele en exceso.
- Ahora que trabajas, tienes que dejar algo-, le conminó su padre.
Eligió abandonar el baile. Porque Mauro es también "un bailarín consumado. Hay que verlo", indica Quico. También en Chapela conocen bien sus múltiples cualidades, aunque el presidente del Darlim Chapela destaca las íntimas: "Es un chico impresionante, buen amigo de todos y de las personas más sencillas que uno pueda imaginar".

Unidos en tanto, a Quico y a Mauro los separa paradójicamente el fútbol. El patriarca del clan Rodríguez estará este sábado ante el televisor, atento a su Celta en el derbi: "Me dolió que no renovasen a Berizzo. Me gusta como entrenador y como persona. Pero el Celta está muy bien, realizando campeonatos muy buenos". Mauro, en cambio, pasará del partido y se dedicará a cualquiera de sus muchos quehaceres. Advierte: "Hay que aprovechar el tiempo".